martes, 4 de diciembre de 2012

PREPARAR LA FIESTA


Toda fiesta lleva su tiempo de preparación. Desde pensar el lugar, los invitados, el menú hasta los detalles de último momento. En las fiestas relacionadas con la fe sucede algo semejante. Se acerca la Navidad y nos preparamos como Iglesia-familia de Dios para ese acontecimiento tan importante. Te invito a que nos preparemos con tiempo, sin dejar lo más importante de lado, o para el final y a las apuradas. 

Siempre pensamos en algunos regalos sencillos para la familia y los amigos. ¿Por qué no pensamos un regalo para Jesús, algo que sabemos le gusta? Podés proponerte visitar a un enfermo, dar una mano a alguien pobre, colaborar con Cáritas, acercarte a algún familiar o vecino con quien estás peleado... en fin, cada uno sabe por dónde puede buscar un regalo para ofrecer. También podés regalarte algo lindo para vos: confesarte, ir a misa, rezar, leer la Palabra... ¡cuántas cosas que te hacen bien! Y, sin embargo, no siempre dedicamos el tiempo necesario para alimentar la fe. 

En la Nochebuena celebramos que Dios se hace hombre en un Niño para llegar a tu corazón. Dios se acerca a la humanidad para darnos alegría en plenitud. 
En el Evangelio que se lee este domingo en la misa, Jesús dice: “Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación” (Lc 21, 28). En pocas palabras dice mucho. Por un lado, nos da una palabra de aliento ante el cansancio o la decepción: “tengan ánimo”. Pero también es un llamado a mirar más allá, a “levantar la cabeza” y poner el corazón en la vida eterna, en nuestra vocación. La liberación es obra de Dios que viene y nos libera del pecado y de la muerte, y de todo lo que nos esclaviza y nos oprime. 

Sé que arrastramos el cansancio del año, a lo cual a veces se suma el calor y situaciones de mal humor. Pero justamente por eso es necesario levantarse y caminar con decisión hacia la meta. 
Hagas lo que hagas el 24 de diciembre será lunes y el 25 martes. Pero que sea una alegría del corazón para vos y los tuyos depende de la gracia de Dios y la libertad con que respondas. 
Por la fe podremos reconocer que Dios nos libera de toda opresión. Démosle una oportunidad a la fe. Emprendamos este tiempo hacia la Navidad como quienes buscamos respuestas más profundas. 
Mañana, lunes 3 de diciembre, cumplo 30 años de sacerdote. Te pido reces a Dios pidiendo perdón por las cosas en que no le serví a Él y a sus hijos como se merecía y dando gracias por su Amor de Padre. 


(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es Obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

FUENTE: http://www.diarioelargentino.com.ar

lunes, 3 de diciembre de 2012

Reflexiones de los obispos al acercarnos a la Navidad


Creemos en Jesucristo, Señor de la historia
Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento…

Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás1

El Año de la fe que hemos iniciado nos convoca a renovar nuestra fe en el Dios vivo y verdadero con una conciencia agradecida por el don recibido. Desde los orígenes de nuestra nacionalidad la fe cristiana fue transmitida en el ejercicio de la misión de la Iglesia, en el seno de las familias y por medio de sus proyecciones en la cultura de nuestro pueblo. Por eso, damos gracias por la fe de tantos argentinos que, a lo largo de nuestra historia, han sido testigos del Evangelio y ciudadanos ejemplares.
El centro de la fe cristiana es Jesucristo el Hijo de Dios hecho hombre, nuestro hermano y nuestro Redentor que nos ha revelado el amor del Padre y nos ha comunicado el Espíritu Santo, fuente de renovación y de unidad.
Al profesar con alegría y entusiasmo la fe expresamos nuestro deseo de difundirla y compartirla, de encarnarla en nuestra vida y en todas sus manifestaciones. Benedicto XVI al invitarnos a celebrar este tiempo de conversión, de reflexión sincera y de nueva adhesión al Señor nos ha recordado que la fe no puede quedar recluida en lo íntimo del corazón, sino que tiene una dimensión pública: requiere ser manifestada con coherencia en nuestras opciones temporales2

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos
Invocamos a Jesucristo como Señor de la historia, y reconocemos que tenemos necesidad de Él, de su luz, de su perdón y de su gracia, para edificar la comunidad humana en la verdad, la justicia y el amor, según el plan de Dios. Varias veces, haciéndonos eco de una convicción ampliamente extendida, hemos afirmado que nos encontramos sumidos en una profunda crisis moral, que revela que la fe no impregna plenamente nuestro estilo de vida. Lo manifestamos en la oración que rezamos por la patria, al decir: Nos sentimos heridos y agobiados. 
Esta dolorosa situación se refleja en todos los órdenes de la vida nacional. Podemos salir de ella mediante la conversión a Dios, el único Señor, abandonando el pecado y asumiendo el compromiso de cumplir sus mandamientos: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas… Amarás a tu prójimo como a ti mismo”3 . Este doble mandamiento del amor inspira el ejercicio de la justicia, que es la virtud básica de la vida social.

Queremos ser nación
Como señala Benedicto XVI, en este Año “será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado”4 .
Estas palabras del Santo Padre nos interpelan, especialmente cuando miramos la vida de nuestra patria. Así como hemos dado gracias por la fecundidad de la fe en Argentina, también nos sentimos movidos a un examen de conciencia, a la conversión y a una purificación del corazón.
La patria es un don de Dios confiado a nuestra libertad. Un regalo que debemos cuidar y perfeccionar5 . Es esperanzador constatar que, no obstante tantas dificultades, sigue vivo en el alma de nuestro pueblo el deseo de ser nación y de construir juntos un proyecto de país.
La fe nos alienta a revisar nuestra vida personal y social a la luz de Jesucristo. Él es la Verdad que nos hace libres. El encuentro con el Señor despierta en el corazón del hombre aquellas energías espirituales y morales que necesitamos para fortalecer nuestro compromiso ciudadano. Aspiramos a ser una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.
Con todos los discípulos misioneros de Jesús en Argentina ya estamos transitando los caminos de la nueva evangelización. Como pastores renovamos nuestro compromiso con el anuncio del Evangelio. Es el principal servicio que podemos ofrecerle a la sociedad argentina.

Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios, para amar a todos sin excluir a nadie
El Hijo de Dios, al encarnarse, tomó la condición de servidor6 . En este Año de la fe, Él nos invita a ser plenamente libres, haciéndonos como Él servidores los unos de los otros, superando tanto el egoísmo, como actitudes meramente partidistas.
Todos los habitantes de nuestra patria necesitan sentirse respaldados por una dirigencia que no piense solo en sus propios intereses, sino que se preocupe prioritariamente por el bien común. “La felicidad está más en dar que en recibir”7 .
Recordamos, una vez más, que este servicio al bien común requiere una dedicación generosa a promover la dignidad de nuestros hermanos más pobres en su vida personal y familiar, para que sean protagonistas de su propio desarrollo integral. La educación y el trabajo siguen siendo los instrumentos que les permiten a las personas y a las comunidades ser artífices de su propio destino.
Los obispos argentinos, reunidos en nuestra 104 Asamblea Plenaria, hemos repasado con honda preocupación algunos síntomas de la persistencia de esta crisis moral y cultural. Compartimos algunos de ellos:
1. La dignidad de la vida desde la concepción hasta su término natural es la base de todos los derechos humanos. Reiteramos, una vez más, que el ordenamiento jurídico debe respetar el derecho a la vida.
2. La familia, fundada sobre el matrimonio entre varón y mujer, es un valor arraigado en nuestro pueblo. Anterior al estado, es la base de toda la sociedad y nada puede reemplazarla. Vemos con preocupación una corriente cultural y un conjunto de iniciativas legislativas que parecen soslayar su importancia o dañar su identidad. 
3. Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Tienen el derecho de que el sistema educativo no les imponga contenidos contrarios a sus convicciones morales y religiosas. Deseamos que toda la sociedad tome una mayor conciencia de la necesidad de mejorar el sistema educativo, de modo tal, que los más pobres sean sus principales beneficiarios. La necesaria preparación para la vida cívica de niños y jóvenes debe excluir la politización prematura y partidista de los alumnos.
4. Constatamos una angustia generalizada en nuestro pueblo por la vida de los jóvenes. Es enorme la cantidad de ellos que no estudian ni trabajan: ésta es una de las hipotecas sociales más desafiante para los argentinos.
5. La droga se extiende por el crecimiento del crimen del narcotráfico y la red de complicidades que lo sustentan. Pensamos que ésta es una de las causas principales de la proliferación del delito y de la consiguiente inseguridad.
6. A casi treinta años de la democracia, los argentinos corremos el peligro de dividirnos nuevamente en bandos irreconciliables. Se extiende el temor a que se acentúen estas divisiones y se ejerzan presiones que inhiban la libre expresión y la participación de todos en la vida cívica.

Concédenos la sabiduría del diálogo
Toda sociedad tiene conflictos. La democracia, tal como lo refleja la doctrina social de la Iglesia, no se construye agudizándolos, sino concretando los ideales de una verdadera amistad social.
Algunas sombras nos han perseguido a lo largo de nuestra historia, que en distintos momentos han acentuado su intensidad e impedido una vigencia más plena del orden democrático. Una es el excesivo caudillismo, que atenta contra el desarrollo armónico de las instituciones, acentúa su deterioro y menoscaba la autonomía de cada uno de los poderes del estado, tanto en el orden nacional como provincial. Esto es particularmente delicado cuando se trata de la independencia del Poder Judicial.
Otra sombra es la oposición entre las visiones unitaria y federal de la nación, la cual se extendió fuertemente en los albores de nuestra patria, e intermitentemente se manifiesta en distintos momentos de la historia. Cuando en nuestra oración por la patria decimos que queremos ser nación expresamos un anhelo claramente manifiesto en nuestra Constitución. Queremos ser una nación basada efectivamente en un sistema republicano, representativo y federal.
Llegando la Navidad los argentinos debemos recordarnos la deuda pendiente de nuestra reconciliación. Se hace cada vez más necesario generar contextos de encuentro, de diálogo, de comunión fraterna que nos permitan reconocernos y tratarnos como hermanos, aborre-ciendo el odio y construyendo la paz.
El niño que María recuesta en el pesebre es el Señor de la historia. A Él volvemos a dirigirle nuestra plegaria: “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos…” A  la Virgen María, Nuestra Señora de Luján, le confiamos nuestras inquietudes y ponemos en sus manos nuestras esperanzas.

104ª Asamblea Plenaria
Año de la Fe. Adviento 2012
_________________
  1. Flp 2,2.4
  2. Benedicto XVI, Porta fidei 10
  3. Mc 12,30-31
  4. Benedicto XVI, Porta fidei 13
  5. Cf. CEA, Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad 11
  6. Cf. Flp 2,7
  7. Hch 20,35