martes, 28 de febrero de 2012

RAMOS HECHOS CENIZAS


Por Monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y titular de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

Los cristianos hemos comenzado el Tiempo de Cuaresma. Son cuarenta días que van del Miércoles de Ceniza al Domingo de Ramos. El número 40 evoca momentos importantes en la historia del Pueblo de Dios: 40 días duró el diluvio, 40 años para atravesar el desierto desde Egipto a la Tierra Prometida, y también 40 días ayunó Jesús en el desierto después del Bautismo y antes de comenzar su vida pública.

Como vemos, son momentos muy importantes de cercanía con Dios, de peregrinación, de llamado a la conversión. Si miramos con calma la propia vida, vamos a encontrar cosas que tenemos que cambiar: un vicio, un rencor, alguna mala actitud, pecados que van poniendo raíces en el corazón.

El miércoles pasado en las misas de las Parroquias y Capillas se realizó el Rito de las cenizas. Ellas se obtuvieron de la quema de los olivos que se bendijeron el Domingo de Ramos del año pasado. Se simboliza así que, con las mismas ramas que usamos para aclamar a Jesús, ahora las imponemos sobre nuestras cabezas en señal de penitencia. Hace siglos, cuando alguien cometía una falta muy grave se vestía de arpillera y se cubría con cenizas como muestra de reconocer el mal realizado y estar arrepentido. Con este rito realizado el miércoles, todos expresamos la necesidad de conversión.

La Iglesia nos vuelve a leer la enseñanza de Jesús en el Sermón de la montaña: rezar al Padre que ve en lo secreto, hacer ayuno sin hipocresía y dar limosna para ser solidarios con los pobres. (Mt 6, 1-18) Este primer domingo de Cuaresma rezamos viendo a Jesús tentado en el desierto después de ayunar 40 días. En su victoria nos fortalecemos y apoyamos nosotros, sometidos a diversas pruebas debido a las fragilidades que arrastramos.

Todos los años el Papa escribe un mensaje para la Cuaresma. Esta vez como lema propone un pasaje de la Carta a los Hebreos: “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras”. (Hb. 10, 24)

El Santo Padre nos alienta a no estar encerrados cada uno en su mundo, sino estar atentos a lo que pasa a los demás. Lamentablemente nos dice que “con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada»”.

Debemos mirar a los hermanos, estar atentos a lo que les pasa, porque sabemos que Dios los ama infinitamente.

Nos recuerda Benedicto XVI que la Palabra de Dios “nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una especie de «anestesia espiritual» que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás”. “¿Qué es lo que impide esta mirada humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás.”

No podemos “hacernos sordos al grito del pobre”.

Que tengamos un santo tiempo de Cuaresma.

viernes, 17 de febrero de 2012

MENSAJE DE CUARESMA 2012: Vivir la fe en la comunidad eclesial

Cuaresma es tiempo de ahondar el sentido de la fe para vivir más plenamente nuestra vocación cristiana. Es tiempo de escucha de la Palabra , de oración y conversión, de privaciones y caridad, como de una espera confiada en la alegría de la Pascua que da certeza a nuestro caminar. No somos peregrinos hacia algo incierto, somos testigos de una Vida Nueva que se nos ha dado en Cristo. La meta siempre será llegar: “al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo” (Ef. 4, 13). Esta tarea supone tomar conciencia de nuestra fragilidad, pero sobre todo de la gratuidad del don de esa Vida Nueva que se nos ha dado en Jesucristo. Reconocernos en el marco de esta realidad dada es el principio que da sentido y fuerza a nuestra vocación cristiana. Desde la fe nos abrimos a este amor creador y redentor de Dios. Nuestra tarea siempre deberá partir de la certeza del don recibido, sea en el orden de la creación como de la redención. No partir de lo dado es desconocer la verdad y las posibilidades de lo que somos.

La tarea de nuestro crecimiento espiritual necesita de esta referencia a Jesucristo como don de Dios, pero también de la obra y el esfuerzo de nuestro trabajo. Ni voluntarismos ni espiritualismos, sino compromiso desde la fe con la presencia viva de Jesucristo que nos transforma por la fuerza del Espíritu Santo. Comprender esta relación entre el don recibido y nuestra tarea, nos aleja de toda utopía constructivista que nos hace pequeños dioses, como de toda actitud que no valora la obra del hombre. Dios no ocupa el lugar del hombre, lo ilumina y lo eleva con su gracia. La fe, que nos descubre en esa relación filial y personal con Dios, nos muestra nuestra grandeza y posibilidades. Por ello, un verdadero humanismo al hablarnos de la dimensión espiritual del hombre nos debe hablar, también, de la importancia del esfuerzo personal como de las necesarias condiciones que permitan su realización. En este marco se comprende el significado del bien común que es: “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección” (G.S. 26). Desde esta perspectiva podemos hablar de la correcta relación de lo religioso con lo político o social. Lo religioso, como parte de la dimensión espiritual del hombre, necesita del ámbito de lo público para su realización. No hablamos de un privilegio sino de un derecho.

Este año la Iglesia se prepara a vivir la convocatoria del Santo Padre para celebrar el Año de la Fe , que comenzará el próximo 11 de octubre y concluirá el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Cristo Rey. En la Nota que el Santo Padre encargara a la Congregación de la Doctrina para la Fe se nos recuerda que su objetivo es: “contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la fe, para que todos los miembros de la Iglesia sean testigos creíbles y gozosos del Señor resucitado, capaces de indicar la puerta de la fe a tantas personas que buscan la verdad”. Como vemos su finalidad tiene un profundo sentido personal de conversión pero es, además, un fuerte llamado a vivir esa misma fe en su apertura misionera: ser puertas creíbles de la fe. Esto me lleva a plantear el tema de la vivencia de la fe en lo concreto de cada comunidad.

La fe es un don que debemos agradecer y cuidar. Ella le da un sentido profundo a nuestra existencia; desde la fe somos alguien dentro del plan providente de Dios. La fe nos hace partícipes de esa sabiduría, que es un don del Espíritu Santo, que nos permite conocernos como seres amados por Dios con un destino personal y trascendente. Mi origen es el amor creador de Dios, mi vida se desarrolla bajo su mirada providente que se hizo Vida Nueva en Jesucristo y se prolonga en la Iglesia , mi término será el gozo pleno ante su presencia. La mayor riqueza y sabiduría del hombre es el don de la fe. ¡Qué triste cuando ella se debilita en nosotros! Me empobrezco y dejo de ser testigo y luz para mis hermanos. Si bien es un don personal, la fe tiene una dimensión misionera y social que nos compromete.

¿Cómo cuidar y acrecentar este don de la fe? Considero que prestar atención a este tema es el primer acto de responsabilidad cristiana. No niego que sea importante cuidar nuestra salud e imagen física, pero también debe ser una preocupación nuestra vida de fe. Ambas merecen nuestra atención. Lo primero que les diría es algo simple, pero que hace a nuestra condición de seres creados: a la vida espiritual hay que darle tiempo durante el día, la semana, el mes, incluso el año…. ¿Cómo hacerlo? Aquí comienza un camino personal que debe jerarquizar nuestro tiempo espiritual y eclesial, pero que nunca deberá disminuir sino iluminar los compromisos propios de mi deber de estado. El primer lugar le corresponde a la Palabra de Dios, ella necesita tiempo y estudio. No es un objeto mágico para nuestra sensibilidad, es una Palabra que llega a nuestro corazón por el camino de la inteligencia. La respuesta a ella es un acto de fe que lleva a la conversión y nos introduce en ese diálogo fecundo con Dios que es la oración. El segundo lugar le corresponde a la vida de oración, que también necesita su tiempo. Finalmente les hablaría de la vida sacramental, como momento único y objetivo de gracia en nuestras vidas. En la participación de la eucaristía y en la frecuencia del sacramento de la reconciliación, la vida de fe se actualiza, se mantiene viva y crece.

La vida de fe también crece y se cuida, en el ejercicio de la caridad. Si la fe nos pone en contacto con Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, la caridad, el amor al prójimo, es su signo mayor: “En esto reconocerán, nos dice el Señor, que ustedes son mis discípulos” (Jn. 25, 35). Cuando la Iglesia nos habla de cercanía con los débiles y los pobres, lo hace desde su fidelidad a la vida, la doctrina y los sentimientos de Cristo Jesús. El Año de la fe, nos recuerda el Santo Padre, “será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad” (PF. 14). Es la fe la que da un sentido pleno a la caridad, porque le permite reconocer a Jesucristo en el hermano que sufre (cfr. Mt. 25, 40). En este sentido agrega que: “La fe sin caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda”. Ambas se necesitan mutuamente. ¡Cuánta vida de fe se marchita por ausencia de la caridad, y cuánto ejercicio de la caridad se vuelve hueco e infecundo por falta de fe! 

Estas reflexiones son las que me llevaron a poner como título a este Mensaje de Cuaresma: Vivir la fe en la comunidad eclesial. La fe católica sólo se puede vivir en la comunión de la Iglesia. La Iglesia no es un agregado a la fe, sino su expresión propia querida por Jesucristo. Somos piedras vivas de un templo del que Él es la piedra fundamental (cfr. 1 Ped. 2, 4-5). Ser piedras vivas de este templo es el desafío permanente del cristiano. Jesucristo no nos dejó una idea, nos dejó la Iglesia , es decir, una comunidad concreta asistida por el Espíritu Santo y a la que estamos llamados a participar. En la Carta Apostólica Porta Fidei, el Santo Padre nos dice: “Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva evangelización para descubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe” (PF. 7). Por ello, una fe que no se haga presencia y compromiso en la vida de la comunidad termina debilitándose, porque no responde al designio de templo vivo del que nos habla Jesucristo. A este aspecto eclesial de la fe siempre lo debemos examinar. Cuántos cristianos profesan su fe y la viven en sus prácticas religiosas, pero cuánta debilidad presentan sus comunidades. ¡Qué distancia con la letra y el espíritu de la carta que nos enviara el Santo Padre!

Queridos hermanos, estas reflexiones han nacido de la mirada y el corazón del pastor que preside esta Iglesia, y que los quiere acompañar en el camino de la fe. Ella necesita de intimidad con el Señor y de una profunda vivencia eclesial, pero es la Iglesia , también, la que necesita de nuestra generosa y comprometida presencia. Nuestro desafío será siempre, ser “piedras vivas” en lo concreto de mi comunidad eclesial. Confío que la lectura de este Mensaje nos ayude a vivir las exigencias eclesiales de la fe y a disponernos, como Iglesia diocesana, para celebrar este Año de Gracia al que nos convoca el Santo Padre. Reciban junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y María Santísima, Nuestra Madre de Guadalupe.


Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz 



Los Algarrobos, Cuaresma 2012.

viernes, 10 de febrero de 2012

UN CASO DE ABORTO Y LA INTERPRETACIÓN DEL CÓDIGO PENAL POR UN JUEZ DE LA CORTE SUPREMA


Por Nicolás Lafferriere
19 de enero de 2011

En el diario Página 12 del día de la fecha, el Sr. Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, Dr. Eugenio Zaffaroni, publica una nota periodística sobre la penalización del aborto con ocasión del caso mencionado por la prensa de una niña embarazada en la provincia de Entre Ríos y que enfrenta un pedido de aborto formulado por su madre. Desde el Centro de Bioética, Persona y Familia queremos respetuosamente aportar algunas consideraciones sobre el tema:

a) Compartimos con el juez su preocupación por disminuir el número de abortos y por unas políticas de prevención. De hecho, en el artículo 75 inciso 23 de la Constitución Nacional encontramos un mandato para dictar un régimen de seguridad social especial para la madre y su hijo, desde el embarazo. Sin embargo, nos permitimos disentir en las estrategias para lograrlo propuestas por el artículo comentado.

b) Sostiene el juez que “la salud, conforme a la ONU, es un estado de equilibrio biopsíquico: pocas dudas caben, por ejemplo, de que el riesgo de que la gestante caiga en una psicosis es un riesgo gravísimo para la salud”. La afirmación parece orientada a justificar el aborto bajo la causal del art. 86 inciso 1ro. del Código Penal que dispone que no es punible el aborto realizado por médico diplomado “si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios”. Sin embargo, en el artículo se omite mencionar la condición que exige el inciso 1ro. citado en el sentido que el peligro para la vida o la salud de la madre “no pueda ser evitado por otros medios”. Claramente, para el legislador en estos casos el aborto procede como ultima ratio, como último recurso, y señala un deber de procurar por todos los medios salvar ambas vidas. Y el juicio del médico es decisivo para el código Penal. Ello con independencia del debate en torno al aborto directo o indirecto que también puede presentar el artículo. Por ello, resulta sumamente pertinente la intervención médica que afirmó que no hay riesgo obstétrico y por tanto ese inciso no resulta aplicable al supuesto en discusión.

c) La otra consideración que soslaya el artículo en cuestión es la de la personalidad del niño por nacer. El ser humano desde la concepción es persona para nuestro derecho y por tanto titular de los derechos humanos fundamentales que son inherentes a su ser y preexistentes a todo ordenamiento jurídico, entre ellos el derecho a la vida. Admitir la posibilidad de privar a ciertas categorías de seres humanos del derecho a la vida introduce en la sociedad un inaceptable dinamismo de exclusión y marginación.

d) La ley penal tiene un valor simbólico. Expresa en una sociedad un sistema de valores compartidos. Si no se penaliza al que priva a otro ser humano del bien jurídico “vida”, el mensaje simbólico que se envía a la sociedad es que no todas las vidas importan. Más aún, que las vidas de los que son más vulnerables y no pueden defenderse por sí mismos no valen.

e)  El verdadero contexto del debate no es pobreza o riqueza, sino el derecho a la vida de todos por igual, madres y niños, más allá de toda clase social. En todo caso, todas las madres, con independencia de su pertenencia social deberían ser acompañadas por el Estado para sostener el embarazo, porque toda vida humana es un bien público.

f) El artículo del juez Zaffaroni concentra el debate sobre el aborto en la cuestión de las mujeres pobres que abortan en la clandestinidad y soslaya el intenso y mucho más actual debate sobre temas como los abortos eugenésicos de niños con discapacidad, que ocasionan que 9 de cada 10 niños con Síndrome de Down sean abortados en España; o el problema del aborto selectivo de niñas, que ya no es un problema exclusivo de India sino que Europa (a través de resoluciones de su Asamblea Parlamentaria) y más recientemente Canadá (por una publicación académica) expresaron preocupación por el tópico (nuevas violencias contra la mujer); o los abortos forzados en un contexto cultural que rechaza la vida; o los casos de mujeres ricas que abortan simplemente por cuestiones banales, por mera incomodidad o inconveniencia.

g) Por otra parte, en relación a la cuestión del aborto y la mortalidad materna, los ejemplos internacionales de Chile o Irlanda, que con aborto legalmente prohibido tienen las más bajas tasas de mortalidad materna del mundo, desvirtúan el argumento de que la despenalización del aborto conduce a una baja de las muertes maternas.

h) El camino para prevenir la mortalidad materna y también para disminuir el número de abortos es ampliar derechos, mejorar la cobertura médica prenatal, aumentando los controles tempranos y periódicos, la derivación oportuna en los casos de complicaciones obstétricas, la capacitación de médicos, obstétras y enfermeros y enfermeras y dar posibilidades para salir de la pobreza a las mujeres más carenciadas.

sábado, 4 de febrero de 2012

Manifestación en apoyo a médicos que defienden la vida


Rosario (Santa Fe), 3 Feb. 12 (AICA)
Manifestación en apoyo de los médicos


El martes 31 de enero, se realizó una manifestación frente al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (HECA), de la ciudad de Rosario, para apoyar a los médicos que -respetando su juramento hipocrático- defienden la vida y ejercen su derecho de objeción de conciencia ante prácticas abortivas.

     “En el encuentro se realizó un efusivo aplauso durante un minuto en honor a los profesionales de la salud que priorizan con su vocación cuidar y salvar la vida de todos sus pacientes”, asegura un comunicado de Argentinos Alerta.

     "Defendemos a los médicos que aman la vida y respetan el juramento hipocrático, además de ejercer con libertad en este país su derecho a la objeción de conciencia" expresaron los presentes a través de un documento. También se hicieron presentes muchos profesionales de la salud que quieren manifestar su adhesión total al Juramento Hipocrático y luchan por el ejercicio ético de la profesión.

     El jefe del área de Ginecología del HECA, doctor Rafael Pineda, junto con su equipo de 17 médicos, están en contra del aborto y son todos objetores de conciencia.

     El doctor Pineda es un reconocido profesional en su área y es miembro de Honor de la Academia Nacional de Medicina. "Somos objetores de conciencia básicamente porque estamos a favor de la vida y no en contra de ella. Los médicos del servicio de Ginecología del Hospital Clemente Álvarez no están dispuestos a realizar prácticas abortivas por un derecho constitucional que es la objeción de conciencia" expresó el doctor en declaraciones a la radio LT8 de Rosario.

     En un comunicado dirigido a los médicos de la provincia de Santa Fe y a la sociedad, "Médicos por la Vida Rosario" destacó que frente al aborto, el cual siempre supone la eliminación física de un ser humano indefenso ninguna autoridad puede compeler de modo coactivo a nadie, y mucho menos a un profesional de la salud que se ha comprometido a defender siempre la vida humano y no a suprimirla, a actuar en contra de su conciencia humana prestando su colaboración en semejante hecho.

     La polémica se generó cuando la Multisectorial de Mujeres denunció que en el HECA la mayoría de los profesionales del área de ginecología son objetores de conciencia y se oponen a realizar abortos no punibles. La intendente,  Mónica Fein, aseguró que "cuanto antes" se apelará al traslado de personal o a la incorporación de nuevos médicos para asegurar los supuestos "derechos sexuales y reproductivos" en toda la red de salud.


Reproducimos el comunicado que emitieron grupos provida y ciudadanos en el encuentro que se realizó frente al HECA en apoyo a los médicos que defienden la vida:

DECIMOS SÍ A LA VIDA , PORQUE:

La CIENCIA ha demostrado que la VIDA comienza desde la CONCEPCIÓN. Desde ese momento se inaugura una NUEVA VIDA que se desarrolla por sí misma, es un ser distinto al de su madre.

La VIDA es INVIOLABLE desde el momento de la concepción, la LEY la protege: El derecho a la Vida esta protegido en la Constitución Nacional, Pacto de San José de Costa Rica, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención de los Derechos del Niño, la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, y otros.

El médico está obligado a aplicar los principios éticos, morales y científicos fundamentales que deben regir todo acto médico, basado en la dignidad de la persona humana sobre el cual juró en su JURAMENTO HIPOCRATICO.

La OBJECIÓN DE CONCIENCIA es un derecho constitucional de todo ciudadano a no ejercer actos que aun promovidos desde la ley estén en contra de sus principios científicos, éticos, morales o religiosos.

La estrategia más eficaz para prevenir y evitar un aborto es la educación en valores y virtudes humanitarios.

En los casos de violación se ha de castigar al violador y NO al niño inocente.

HOY QUEREMOS FELICITAR Y APOYAR A TODOS LOS MÉDICOS QUE AMAN LA VIDA Y RESPETAN SU JURAMENTO HIPOCRÁTICO, además de ejercer con libertad, en este país democrático su derecho a la OBJECIÓN DE CONCIENCIA.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Intención General para la oración de Febrero 2012


PARA QUE TODOS LOS PUEBLOS TENGAN PLENO ACCESO AL AGUA Y A LOS RECURSOS NECESARIOS PARA SU SUSTENTO COTIDIANO 


COMENTARIO PASTORAL
Alabado seas, mi Señor, por medio de la Hermana Agua;  
es tan útil, y humilde, y preciosa, y casta.  
(San Francisco de Asís: Cántico del Sol)

En el año 2010, la Organización de las Naciones Unidas declaró que el agua potable segura y limpia y las 
instalaciones sanitarias eran un derecho humano, “esencial para disfrutar plenamente de la vida y de  todos los otros derechos humanos”. Sin agua, ningún ser humano puede sobrevivir más de unos pocos días. La falta de acceso al agua causa anualmente la muerte a más niños que el SIDA, la malaria y el sarampión juntos, mientras que la falta de instalación sanitaria afecta al 40 por ciento de la población mundial. 

Pero el desafío de acceso al agua potable segura no es solamente un problema de la gente para el  desarrollo de los países. En muchos países desarrollados alrededor del mundo, el agua potable es muy  cara cuando los gobiernos venden las fuentes públicas del agua a grandes compañías, que después venden el agua sacando ganancia, y la someten a las fuerzas del mercado. El agua embotellada también produce una cantidad enorme de botellas de plástico en los vertederos de basura, que requieren hasta 1,000 años para que se degraden o destruyan.  

Benedicto XVI, hablando de esta preocupación en  su discurso en la Exposición Mundial en Zaragoza, España, en el año 2008, dijo que el derecho al agua “está fundado sobre la dignidad de la persona humana; es necesario en esta perspectiva examinar atentamente el enfoque de aquellos que consideran y tratan el agua meramente como una comodidad económica. Su uso debe ser racional y de apoyo, el resultado de una sinergia equilibrada entre los sectores públicos y privados”.  

El uso indirecto del agua para la producción de los alimentos hace surgir cuestiones muy serias referentes al estilo de vida en los países desarrollados. La producción de un kilo de carne de res requiere un promedio global de 16,000 litros de agua. Para producir una taza de café se requiere un promedio de 140 litros de agua. Todos somos conscientes del hecho que la gente de los países en vías de desarrollo consumen menos agua, pero también tenemos que tomar en cuenta que mientras más desarrollado sea un país, más tiende a “importar” el consumo del agua a expensas de otros países. Por ejemplo, muchas flores que se venden en los mercados europeos vienen de Kenya, donde drenan o desaguan las fuentes de agua locales mientras los europeos pueden seguir “nadando”; y el 65% del consumo del agua en Japón viene de fuera del país, en forma de arroz, carne, y otros bienes y servicios. 

En principio, un sencillo cambio de actitud puede motivarnos a economizar el agua cada día: ser reverentes y apreciar el agua, recordando que es un don de Dios, y no debe desperdiciarse. En la casa podemos mostrar esta reverencia cada vez cerrando el grifo mientras nos lavamos los dientes, tomando una ducha en vez de un baño de tina, cuando reparamos un grifo que gotea, o cuando tenemos una comida vegetariana en lugar de comer carne. Fuera de casa, podemos ser sensibles a la cuestión del agua embotellada, en lugares donde el agua del grifo no es segura para beber, comprar de los negocios locales en lugar de las compañías multinacionales. 

“La cuestión del agua es verdaderamente un derecho a la vida” (Delegación de la Santa Sede en el 4º 
Foro Mundial del Agua, Ciudad de México, 2006). 
Uta Sievers 
Redes de Defensa y Comunicación  
Secretariado de Justicia Social y Ecología (SJES) 
Curia General de la Compañía de Jesús 

Intención Misionero para la oración de Febrero


PARA QUE EL SEÑOR SOSTENGA EL ESFUERZO DE LOS TRABAJADORES DE LA SALUD EN SU SERVICIO A LOS ENFERMOS Y ANCIANOS DE LAS REGIONES MÁS POBRES

COMENTARIO PASTORAL
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la SALUD como el “estado de completo bienestar físico, mental y social; y no solamente la ausencia de enfermedad”. En coherencia con esta definición, un “Informe sobre la salud en el mundo” (2006) definió  los trabajadores de la salud como todas aquellas personas que llevan a cabo tareas o acciones que tienen como principal finalidad promover ese estado de bienestar, proteger y mejorar la salud. Podríamos decir que también nosotros mismos, en nuestra cotidianidad, con simples acciones, muchas veces trabajamos para eso: el joven que hace voluntariado en  una  ONG,  la  madre  que  cuida  de  su  bebé,  el  hijo  que  acompaña  a  sus  padres  al  hospital  o  la abuela que recurre a su experiencia de vida y saberes ancestrales para atender y confortar... La lista sería interminable si quisiéramos tener en cuenta todas aquellas personas que, de algún modo, trabajan para la salud de los demás. 

Sin embargo, nos referimos ahora a los “trabajadores de la salud” en sentido más estricto, a aquellos que pasan por una etapa de formación profesional o capacitación más especifica. No podemos ignorar que también entre ellos hay una gran diversidad: médicos, enfermeras, personal que prepara y sirve los alimentos, trabajadores de saneamiento, los que atiende al familiar de un enfermo, los farmaceutas…  El Santo Padre, en este mes, nos pide de orar particularmente por aquellos que están a contacto y prestan más directamente su servicio a los enfermos y ancianos en las regiones más pobres. ¿Porque hay que pedir al Señor que sostenga sus esfuerzos? ¿Qué pasa? ¿Qué dificultades encuentran? 

Las motivaciones de esta intención las podemos sintetizar en dos puntos: 
1. El que trabaja con enfermos y ancianos necesita  él mismo encontrarse en salud, es decir, con un equilibrio psico-físico-espiritual que permita una relación interpersonal enriquecedora, totalizante, de entrega sin condiciones, de verdadero servicio al otro. Una persona enferma o anciana de por sí ya se encuentra en un estado de mayor vulnerabilidad por sus propios achaques y padecimientos, por el deterioro progresivo del organismo, por sus sentimientos de ansiedad, de soledad, etc. El trabajador de la salud ha de tener en cuenta la persona en su totalidad, con todo lo que vive y siente, con sus circunstancias concretas y recordar que su interlocutor no solo necesita de sus cuidados y competencias médicas, sino ha de ser atendido también en sus demandas psicológicas y afectivas en momentos particularmente difíciles de su vida. En muchas ocasiones, sobre todo en las regiones más pobres, no es posible aliviar el dolor y el sufrimiento físico ajeno, prevenir y curar enfermedades por falta de recursos sanitarios, pero siempre es posible ser vehículos de calor humano y de una mirada que acompañe. 

2. Hoy día existen fuertes contrastes. Por una parte hay enormes avances en el bienestar humano, grandes beneficios de nuevos medicamentos y tecnologías para hacer frente a numerosas enfermedades o para mejorar la calidad de vida de las personas mayores, por otra coexisten la amenaza de una deshumanización de la medicina, la distribución de los recursos mundiales no equitativa y situaciones de privaciones extremas en los países más pobres. El respeto a la vida humana es un presupuesto universal, uno de los principios más fundamentales y evidentes en todas las ideologías y culturas. A pesar de que su fundamentación no necesita ningún esfuerzo racional, seguimos viviendo situaciones de grandes injusticias. Por recordar una: "En el corazón de África hay cuatro millones de personas que necesitan ayuda. Los médicos ven morir a sus pacientes porque carecen de lo mínimo para salvarles la vida" (Léa Koyassoum Doumta, Ministra de Salud Pública y Población – Republica Centroafricana). 

En muchas regiones de nuestro planeta, las crisis política, económica, social y sanitaria no permiten una inversión en campo sanitario y los trabajadores de la salud se ven privados de todo respaldo a cualquier nivel y sometidos a un estrés y una inseguridad cada vez mayores. Efectivamente, las enfermedades ligadas a la pobreza (SIDA, Tuberculosis, Malaria…) están devastando numerosas poblaciones sin recursos y las crisis sanitarias aumentan rápidas e imprevistas causadas por epidemias, catástrofes naturales, conflictos… Las tareas y funciones requeridas a los trabajadores de la salud en estas circunstancias tan adversas son sumamente arduas ¡Que el Señor bendiga y sostenga sus esfuerzos!! 

Hermana Antonella Rizzo,  
Religiosa de las Hijas de Jesús, obstetra, trabaja hoy en un hospital en Roma.